Sesgos cognitivos como origen de los costes hundidos

Un sesgo cognitivo es un recurso psicológico que utilizamos para simplificar la toma de decisiones complejas haciéndolas más ágiles -a través del establecimiento de diversos patrones preestablecidos- pero que nos conduce a llevar a cabo una errónea interpretación de la información y correspondiente toma de decisión.

En el ámbito económico, el estudio y análisis de estos patrones derivaron en lo que hoy en día se conoce como Economía Conductual, cuyo principal impulsor y exponente ha sido el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman.

Aunque los sesgos cognitivos demuestran ser útiles en algunos contextos "de supervivencia", favoreciendo actuar con rapidez ante determinadas situaciones, como ya he comentado tienen sus riesgos.

Uno de estos peligros en el contexto financiero (aunque no solo en este...), viene definido por el sesgo cognitivo conocido como la falacia del coste hundido que lleva a continuar invirtiendo en un proyecto aunque no esté siendo rentable por el hecho de haber invertido previamente.

Ante la alternativa de reconocer la no viabilidad o no rentabilidad y abandonar el proyecto, se mantiene el esfuerzo financiero sobre un proyecto que no funciona. ¿La causa? Bueno, las causas son de carácter psicológico:
  1. Aversión a la pérdida. Nos duele más perder que el error en sí mismo.
  2. Justificar nuestras decisiones anteriores. Nos aferramos a la esperanza de que no nos equivocamos.
  3. Dificultad para abandonar. Nos aterra perder lo invertido y admitirlo.
La manera de afrontar este sesgo es mirar hacia delante y no hacia atrás, considerando alternativas posibles y evaluando el coste de oportunidad de continuar "manteniendo al muerto vivo" desde un ejercicio de honestidad y sinceridad con uno mismo.

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