La existencia precede a la esencia

La propuesta filosófica de Jean-Paul Sartre se condensa en esta frase. 

Defiende que la persona no nace predestinada a algo en particular sino que, a través de su camino vital, sus decisiones y acciones en el ejercicio de su libertad va definiendo su identidad. Su esencia.

Es cierto que nuestra genética nos puede predisponer de alguna manera física y psicológicamente. También que el contexto en que nos relacionemos y crezcamos; núcleo familiar, entorno social, sucesos acontecidos, etc. pueden constituir hitos determinantes en la configuración de nuestra esencia. Sin embargo, todo queda supeditado a nuestra última palabra y al ejercicio de nuestra voluntad. 

Podría decirse que nacemos (existimos) pero que depende de cada uno como vivimos (somos).


Si nos vamos al ámbito profesional o empresarial, sería algo parecido. 

Tomando como referencia nuestra propuesta de valor al mercado y definiéndola como la esencia de nuestro proyecto, estaríamos ante una tesitura muy similar a la personal. Es decir, nacemos de una determinada manera -fase idea- pero debemos validar la misma a lo largo de un proceso experiencial (relacional) y experimental (acciones) hasta terminar ofreciendo una propuesta que consiga el triple encaje:

  • Problema - Solución.
  • Solución - Mercado.
  • Modelo de negocio.

La idea inicial de un proyecto, nuestra experiencia, conocimientos previos... pueden hacernos EXISTIR pero es la propuesta de valor de nuestro producto o servicio la que nos hacer SER.

El cementerio está lleno de buenas ideas, reza el dicho. No podemos basar el éxito de nuestro proyecto únicamente en un buen arranque. Aunque el contexto inicial tiene su peso, no tiene por qué ser determinante. 

La capacidad que una persona o empresa tenga de elaborar una propuesta de valor diferencial, de evolucionarla y adaptarla definirán su esencia y reflejarán el potencial de esta para abordar los cambios del mercado con éxito.

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